El 'truco del arroz' no es tan bueno como piensas: esto es lo que hay que hacer si se te moja el Galaxy

  • Todos los dispositivos de Samsung cuentan con resistencia al agua, pero puede no ser suficiente

  • La bolsa de arroz siempre ha sido recomendada en estos casos, pero es una solución muy desaconsejable

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Llevar nuestro Galaxy protegido con una funda y un protector de pantalla se ha convertido casi en una obligación. Cualquier persona puede tener un descuido en algún momento que lleve el móvil directamente al suelo, aunque si lo tenemos bien protegido es complicado que este sufra algún daño. Eso sí, hay algo que sí que puede dañarlo y frente a lo que es difícil protegerlo: el agua.

Cualquier dispositivo tiene una cierta protección a este elemento, aunque esta difiere de uno a otro. Los Galaxy S24, por ejemplo, tienen una protección muy alta frente al agua y el polvo, por lo que un chapuzón puede no hacerle mella (siempre que sea en agua dulce y no durante más de 30 minutos). Si esto llegase a pasar, seguro que hemos oído muchas veces que la solución pasa por meter el móvil en arroz. Pues bien, esta solución quizás no es la mejor.

Hay que conocer muy bien la certificación IP de nuestro Galaxy

Antes de pasar al tema del arroz y que hacer en el caso de que el teléfono se nos caiga al agua, conviene detenernos un momento para entender los grados de protección que tienen nuestros Galaxy. Tanto los teléfonos como los wearables de Samsung tienen protección frente al agua y el polvo, dos elementos con los que convivimos y que en determinadas condiciones pueden llegar a causar daños en el hardware.

La forma de identificar esta protección es la certificación IP, una que merece la pena entender. Estas dos letras siempre van acompañadas de dos números, que son los que nos indican el nivel de protección que tiene el dispositivo: el primero para el polvo, y el segundo para el agua.

Como ahora mismo lo que nos interesa es el peligro que acarrea el agua, nos vamos a fijar en el segundo número. El Galaxy S24 al que hemos hecho referencia más arriba tiene protección IP68, lo que quiere decir que es capaz de soportar una inmersión completa y continua a 1,5 metros de profundidad (con un tiempo máximo de 30 minutos). Durante todo ese tiempo, el agua no debe entrar al dispositivo.

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Esta protección, la más elevada, no está presente en todos los dispositivos de la compañía. Por ejemplo, el Galaxy A55 tiene protección IP67, que está un peldaño por debajo en materia de seguridad contra el agua. Este aguantaría un chapuzón a un metro de profundidad durante 30 minutos.

Antes de terminar, conviene señalar una cosa. Que estos dispositivos tengan protección frente al agua, no quiere decir que estén pensados para que los usemos debajo del agua. De hecho, la propia Samsung desaconseja que usemos los dispositivos en la playa o en la piscina, por lo que conviene que los tengamos los más alejados del agua posible (especialmente de la salada, mucho más peligrosa). Por eso mismo, los daños por agua y otros líquidos no suelen estar cubiertos por la garantía.

Qué hacer en caso de que el móvil acabe en el agua

Ahora que ya sabemos cómo funciona la protección contra el agua, vamos a pasar a hablar del arroz. Es muy posible que hayamos escuchado varias veces que lo más recomendable para retirar el agua de un teléfono es meterlo en una bolsa con arroz. Spoiler: es mejor que evitemos esta técnica.

Si metemos un móvil mojado con arroz, lo que puede ocurrir es que las partículas de arroz más pequeñas terminen de dañar el dispositivo. La forma de proceder en caso de que se nos caiga el Galaxy al agua es una secuencia que es mejor no olvidar: apagarlo, secarlo lo más rápido posible e intentar eliminar el líquido de los puertos dándole pequeños golpecitos suaves al dispositivo.

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Además de todo esto, también convendría retirar la tarjeta SIM, la microSD (en caso de que tengamos una) y retirar la funda. Cabe señalar que debemos evitar usar en cualquier caso un secador de mano, puesto que este aumentaría la temperatura del dispositivo muy rápido y eso es algo que no queremos. Además, no deberemos conectarlo a la corriente hasta que no estemos seguros de que está seco.

En estos casos, la paciencia es clave. Conviene que lo tengamos en lugar ventilado y apagado durante varias horas. Mientras más tiempo pasemos sin usarlo, mayores serán las probabilidades de que no sufra ningún daño.

Imagen | Generadas por Microsoft Designer, Samsung

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